PENSAMIENTOS DE UN INMIGRANTE.
Capítulo 2.
“Los sentidos humanos te llevan a un recuerdo”
No les pasa de
pronto que recuerdas tu casa, un familiar, una mascota o cualquier cosa que
venga a tu infinita mente y al ponerle potencia al pensamiento de repente sientes,
piensas que estas allá y si de pronto gozas de una buena memoria recordar a
fondo algo que viviste, si tienes dicha incluso puedes hasta percibir el olor
de eso en lo que piensas, revivir a detalles ese momento. Pues aprecia y disfruta de ese instante,
porque con el paso de los años cada vez serán menos esos momentos, por mas que
digas nunca olvidare esta persona, lugar, comida o sea cual sea el recuerdo, no
todos los llevas contigo, ojalá y pudiéramos hacerlo, hacer uso del basto
cerebro que tenemos y potenciar su funcionamiento, algo así, vieron la película
“Lucy” con mi amor platónico Scarlett Johansson u esta otra “Limitless” con esta
pana Bradley Cooper. Imaginen por un
momento que pudieras hacer ese uso de tu memoria, acceso a información ilimitada,
seria espectacular, claro, seguro caemos en banalidades humanas y en la ambición,
como de hecho pasa en dichas cintas, pero nadie es perfecto. Me fui un poco a mi genero de ciencia ficción
lo sé, cayendo en lo mismo la capacidad de poder recordar algunos pasajes de tu
vida, haciendo memoria me pasa y lo comparto, mas ahora estando tan lejos, es allí
cuando mi pensamiento podría recorrer cualquier distancia o siento que revivo ese
momento.
Dos anécdotas…
Pa´Macaira...
Ya se acerca el fin del invierno aquí en Buenos Aires y sin dudas el
frio es candela, pero a mí me agrada mucho más que la mayoría de mis
compatriotas venezolanos, lo disfruto y vivo de otra forma, es mi primer
invierno completo y aunque no fue tan fuerte según dicen lo disfrute bastante. Hubo un día que iba caminando al apartamento y
caían gotas de aguas, mínimas y al ver este espectáculo de la naturaleza me
vino a la mente Macaira, por un momento me sentí que estaba en el pueblo, en época
Navideña, con el mismo frio y ese Rocío que era tan común allá, caminabas por
las calles del pueblo, lo sentías y veías, en la plaza, en la esquina de la
casa de mi abuela, todos con suéter y bien abrigados, con ese rico frio, ese típico
olor a lluvia, fuegos artificiales, fiestas y comederas en todas las casas, te
sorprendia cada familiar que aparecía inesperadamente a compartir contigo, esperando
el fin para la miniteca que iba al pueblo y por otro lado tu mama, abuela, tías
y madrinas diciéndote que no te mojes. Jejeje Momentos grandiosos, simples pero
que te llenan el corazón de alegría y suspiras porque por un breve instante lo
sientes nuevamente.
Te llevo en mis recuerdos San Francisco de Macaira.
“Tierra de sueños y realidades”
La manchada...
Es bonito el trato que le dan a los animales en esta bella ciudad, y es
tan común el trato que le dan que es normal que tu veas que un perro pueda
llevar una mejor vida (vestirse, comer, viajar) que cualquier mortal asalariado,
gracias a sus dueños claro está, dichosos, hasta las palomas que tu puedes ver
en cualquier plaza, parte o hasta en una estación de tren, te pasan por un lado
como que si tu fueras una hormiga en los pies de un elefantes, eso dice mucho
del trato que se les da a las mascotas; yo he disfrutado muchísimo sobre todo
en la gran variedad de canes que hay, de todas las razas, bien cuidados y
entrenados, e visto desde San Bernardo similares al de la película Beethoven,
como galgos, idénticos a ayudante de santa de los simpsons, Golden, pug, Bulldog,
entre otros. Pero como siempre mi mirada
se va cuando veo un boxer y a un dálmata.
No es un secreto que tengo debilidad por estas razas, la primera porque
mi primer perro fue un boxer “Guazon” y la segunda porque el mayor vinculo que
desarrolle hacia un animal fue por “Tinga”, y no es tan común ver dálmatas aquí,
pero los hay, un día cruce en una esquina y venia una perra dálmata, mas fina y
hasta estilizada de lo que recuerdo a mi loca, pero con ese mismo espíritu y carácter
juguetón que los caracteriza, tenia la correa en la boca, ella misma la llevaba,
cosa que es común por cierto y yo allí en ese momento volví a ser un adolescente
con su Tinga, se me olvido la distancia y los años desde que murió y me agache
y la toca y abrace, reconozco que fue algo atrevido, no porque me fuera a
morder, no, sino que aquí son delicados con las mascotas y niños y debes pedir
permiso, bueno menos mal la dueña una señora muy amigable al yo levantar la
vista y volver a la realidad percatándome del abuso vi que me sonrió y me dijo,
no pasa nada hijo, de allí fue mas abrazos y besos a la perra que tristemente
no recuerdo su nombre, cariños y sobre todo olerla, es la misma raza y hay un
olor común o similar pero este me hizo recordar y mucho, tanto que se me aguo
el guarapo y bueno termine mostrándole fotos a la señora que guardo en mi teléfono
y narrando historias.
Siempre estarás en mente, pero más en mi corazón mi loca, mi hija.
Tinga.
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Carlos E. Marin |