lunes, 10 de junio de 2019

FÁBULA DE UN INMIGRANTE. 
Capítulo IX.
"El laberinto"
Ambos estamos asomados por la ventana del autobús. Lo sujeto fuertemente como siempre. Es un miedo exagerado a que algo malo le pase. Su gorro y bufanda dejan poco que ver de su rostro. Sin embargo, destaca lo más tierno que Dios ha podido regalarme. Su mirada un tanto triste me aflige momentáneamente. Es su primer día en la guardería y lo sabe. Tuvimos que levantarlo muy temprano, destruir su libertad rutinaria. Vamos en camino al distrito en el cual trabajo. Es uno de los más frondosos de Lima y me recuerda a mi adorada Maracay. La primera vez que lo vi me dije: quiero vivir ahí. Me concedieron el deseo a medias al darme un trabajo. Justo enfrente del colegio en que trabajo está su sede de educación inicial y allí comenzaba a asistir mi hijo Jonás David. Él seguía callado en el trayecto, como si hubiera atrapado un cometa del universo para no aburrirse en sus pensamientos. Llegamos a nuestra parada, pero aún tenemos que caminar quince minutos para arribar a nuestro destino. Debo cargarlo para ahorrar tiempo. Mi hijo luce un tanto decaído por lo que decido cambiar su realidad y mejorar su día. Nos aproximamos a un callejón o pasaje que atravieso todos los días de camino al colegio. Así que le susurro a Jonás que estamos a punto de entrar a un laberinto muy peligroso plagado de villanos, que necesitaré de su protección. Una sonrisa temeraria lo saca de su ensimismamiento. Todo la realidad se borra a nuestro alrededor. Ya estamos en el laberinto. Los ojos de Jonás comienzan a brillar con una intensidad inusitada. Me pide que lo baje para prepararse para las batallas. Yo me escudo en él y le voy mencionando a sus rivales aparecer. Allí está Octupus Jonás!. Él se transforma rápidamente en Spiderman y arquea sus piernas y brazos como el intrépido arácnido. Su sentido lo alerta y se percata de los tentáculos abalanzarse violentamente hacia nuestras espaldas. Spiderman da un salto mortal invertido y en el aire suelta miles de telarañas que inmovilizan cada uno de los tentáculos. Oh villano ya te tengo!,-le grita-. Y enseguida lo desmaya. Seguimos por el laberinto, sin encontrar aún la salida por sus múltiples vertientes. Ahí está Jonás!, ese que viene es Loki!, y tiene el teseracto!, en quién te vas a convertir?. No me responde, solo empieza a molestarse inexplicablemente, mientras que su forma humana se altera rápidamente a la par de un enverdecimiento de toda su piel. Músculos exorbitantes brotan, sus piernas son casi tan gruesas como las llantas de un auto, voltea hacia mí y su rostro desaliñado e iracundo me muestra que ahora es Hulk. De no saber que es mi hijo saldría corriendo. Apenas alcanzo a gritarle que ya Loki está sobre él, pero era muy tarde. El asgardiano se aproxima en el aire y lanza un poderoso rayo con su cetro. Sin embargo, la reacción de Hulk fue impactante. Abre su boca tan grande que hubiera podido devorarse a una mototaxi. Se traga por completo los rayos expelidos por Loki, quien desafortunadamente cae justo enfrente de su enfurecido rival. Este aprovecha y le grita muy cerca de su cara: Yo soy Hulk! Aaarrr!. Loki se derrite allí mismo. Las risas de ambos interrumpen la épica. Pero esto no ha terminado. Ya hemos encontrado la salida, aunque está bloqueada por un temible último contrincante: Lex Luthor. Y no está solo como un simple humano, se encuentra recubierto por un monstruoso exoesqueleto de avanzada estructura nanotecnológica. Nunca había visto a este villano en persona, su mirada denota maldad pura. Me observa y sin pensarlo levanta su poderoso puño cibernético para aplastarme el rostro. No llega a golpearme. Jonás, trajeado de azul con botas y capa roja detiene su mano sin problemas. El hombre de acero ha entrado en acción, su héroe preferido, nuestro héroe preferido. Se eleva en el aire con majestuosidad, y ante la mirada atónita de su archirival encoge su puño derecho para devolver la agresión. Un estruendoso golpe rompe la barrera del sonido e impacta a Luthor enviándolo lejos como una pelota bien bateada. Veo a mi hijo viviendo su fantasía y todo lo demás deja de importarme. La alegría no dura mucho. Lex también puede volar y ya regresa con furia para atacarnos. Superman se prepara para defenderme. Lex sonríe maléficamente mientas una poderosa concentración de energía oscura aparece en ambas palmas de sus manos. Pero mejor luce mi hijo, realiza algo nunca visto: su cuerpo atrae una gran cantidad de rayos del sol como un imán nuclear. Yo estoy a la expectativa ante el inminente choque de titanes. Cuando están a punto de colisionar el villano se esfuma en el aire. No hay asombro. Desapareció porque ya hemos salido del laberinto y la aventura terminó. De regreso seguimos jugando hijo -le dije para consolarlo-. Lo dejo en su primer día de escuela con mejor ánimo, llega al aula jugando con sus muñecos de Batman y Superman. Yo ya estoy en el colegio y aún sigo sonriendo. Su vida es una aventura que apenas está por empezar.




Francisco J. Flores R.

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